Después de mucho esfuerzo y tiempo invertido, aquí tengo mi propia versión del famoso cuadro de Dalí, que pintó con tan sólo 20 años. Pertenece a su primera etapa, cuando todavía su pintura era realista, aunque ya se observa en su cuadro un estilo muy particular, y por cierto, imposible de imitar.
Con este cuadro he aprendido a tener paciencia, y a ser un poco menos perfeccionista. De hecho, si no fuera por mi profesora seguiría retocando detalles del cuadro y no se lo hubiera regalado a mi madre todavía, que como era de esperar le pareció el mejor cuadro del mundo.
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